En la mañana de hoy presencié un hecho simpático, digno de una gran persona. Una mujer agradable, bien vestida, collares y anillos voluminosos como ella misma, bronceada mecánicamente, muy probable, se paseaba junto a su hija, en su no menos voluminoso y llamativo coche del año, en el barrio. Esposa, sin dudas, de algún gordo influyente político de la zona, prepotente…se hace como quiera!...diría éste.
La Sra. XXX en cuestión se dirigía a algún supermercado del barrio, de otro amigote gordo suyo. Al girar a la derecha, en una calle secundaria, se topó con un transeúnte. Éste, caminando cruza la calle secundaria, con sus lentes negros, su mochila cargada y sus auriculares, escuchando música de su iPod. A pesar de sus auriculares, logró escuchar el desmesurado bocinazo del coche del año…el aullido de la Sra. diría divirtiéndose más tarde. No contento con que el coche se detuviera a milímetros de él, se fue al ataque, verbalmente, por supuesto. Sra. espere a que cruce! Está Ud. loca!
La Sra. XXX seguía con su ladrido…No sabe que un peatón tiene más peso que su coche y toda su familia juntos! Y se fue como si nada hubiera ocurrido, tranquilo, con la mente en otras cuestiones más trascendentales, con sus lentes negros, su mochila y auriculares. Tengo cosas más importantes que hacer…ya me va a implorar perdón y agradecer por otorgárselo, si así fuera!
La Sra. XXX no quiso que esto se quedara así, no permitiría quedar en ridículo frente a sus vecinos y su hija…Nadie me puede humillar así...menos todavía un pendejo insolente, muerto de hambre! Bajó la ventanilla de su carroza y vociferó: la próxima te paso encima infeliz! Cerró la ventanilla, por el excesivo calor, y siguió ladrando, esta vez a su hija, que nada tenía que ver en el caso, pero que consentía todo lo que su puta madre decía.
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